domingo, 10 de julio de 2011

Sé el cambio que quieres ver en el mundo


Día Sábado a las 13.30 hrs, me subí a una micro (104) después de dar un examen en el que casi no tenía esperanza de aprobar el ramo, me senté, pasaron cinco minutos y todos se bajaron, pensé que ocurría algo extraño, éste recorrido siempre está repleto, pero después de unos segundos noté que justo todos terminaban ahí su viaje -excepto yo- así que por primera vez sentí esa rica sensación de ir absolutamente sola en una micro, toda para mi. El conductor dijo -¿señorita, le molesta si me bajo a comprar algo?- y tenía una cara de hambre que no se la podía, me reí y le dije que no se preocupara porque no tenía ningún apuro. Después de un rato subió nuevamente (yo me había cambiado hacia el asiento más cercano al conductor, me encontraba muy atrás y me dieron ganas de conversar con él), me dio las gracias por esperarlo con una sonrisa de oreja a oreja, sentí ese calor interno que siempre surge cuando alguien es amable conmigo y le pregunté si ese era su almuerzo, me contestó que era su desayuno y conversamos unos pocos minutos sobre los horarios de su trabajo, hasta que comenzó a subir mucha gente y dejamos el tema. Entre esa gente habían dos flaites que hablaban muy fuerte y con muchos garabatos, y una joven que supuse no era de Santiago porque estaba bastante desorientada, esos dos flaites que generalmente son discriminados, la ayudaron a encontrar el lugar que buscaba. Cuando bajé me despedí del chofer y él lo hizo de vuelta, la gente no es tan mala como parece, fue un buen día. Llegué a mi casa, vi la nota y había pasado el ramo.

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