martes, 1 de enero de 2013

Recorrido 405

De éste paradero de micro a la Clínica Alemana hay apenas un paso, o sea Providencia, cinco cuadras y pico. Me gusta distraer el trayecto nervioso enumerando los parques en que hemos matado el tiempo alimentando memorias y reviviendo gorriones. Al llegar, como siempre tú tan precisa junto a la parada, yo tan torpe con el tropiezo entre la bajada y tu abrazo. Nos reímos recordando que en la estación anterior yo posaba mi ansiosa nariz en tu cabello negro azabache, susurrando el verso favorito del poema que te ponía la piel de gallina. No te sientas, las canas te quedan de maravilla, sólo me sorprende que siga ese aroma a café de Barrio Lastarria, a cuento leído entre besos robados junto a la casa de Pablo Neruda.
Seis en punto, vamos volando de vuelta a la entrada de tu nuevo hogar, tan lejos del nuestro. Te vas a despedir y, como siempre, tu mirada cambia y me cuentas que ya está por llegar tu marido para el paseo de Domingo. Yo sonrío y te miro, enamorado de esas ansias adolescentes tuyas, doy la media vuelta y me consuelo; "mañana será otro día de recordarnos, vieja."

No hay comentarios:

Publicar un comentario